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domingo, 1 de noviembre de 2015

De la memoria, vivir y buscarse


Al recordar repasamos situaciones que hemos vivido, volvemos a recorrer lugares por los que hemos transitado e interactuamos con personas con personas que conocemos o conocimos. De esta manera transita la pieza Memoria del silencio de Virginia Aponte, dos hermanas separadas por cuarenta años se reencuentran y en su mutua compañía le dan vida a sus recuerdos encontrándose a sí mismas en ellos. Pero la memoria no es una réplica de la realidad, podría decirse que es la representación de la representación de esta; por ello la porción recordada de la realidad por cada uno será diferente, la memoria es totalmente subjetiva. Esto puede observarse claramente en el fragmento de Dejadme la esperanza, Antígona, en el momento que Creón habla con Antígona y le dice “¿Es que tu no conoces a Polinice?”, el Polinice que él recuerda no es el mismo hermano virtuoso y bueno que recuerda Antígona si no aquel que hace la guerra a su propio hermano.

La obra Los Pájaros Mojados se desenvuelve en la interacción de un caminante y un “ermitaño”, quien parece desarrollarse bajo la idea de que cada quien vive en sí mismo. Un ejemplo de esto es el momento en el que ambos personajes discuten sobre la hora: el ermitaño argumenta que tiene su propio tiempo, mientas que para el caminante es el mismo tiempo para todos, el ermitaño replica “cuando pides la hora a alguien le preguntas sobre su tiempo no sobre el que es para ti”. Esta dualidad puede seguirse en cuanto al tratamiento de la memoria; el caminante se refiere a los recuerdos como lo que lo hacen él y le permiten vivir, mientras que el ermitaño responde “los recuerdos son sueños que nacieron sin alas” pues para él los sueños le constituyen y los que permiten vivir un recuerdo.

En las tres obras hay una búsqueda de pertenencia canalizada en la memoria, el caminante ya no es de ningún sitio pero recuerda quien fue y de donde viene, Antígona se busca a sí misma en el dilema en el que se encuentra quizás de la misma manera en la que las hermanas Lauri y Mechu se buscan en sus historias. ¿Qué somos sin la memoria? Para Virginia Aponte la memoria es el ser por ello habla de esta en cuanto a la realidad de Cuba y Venezuela “Sin memoria no hay país, si queremos salvar al país debemos salvar su memoria”. Sea cual sea el tratamiento que se prefiera, las piezas nos muestran que recordar también es vivir.

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