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domingo, 15 de noviembre de 2015

Propuesta plástica y expresiva para "Un Día Cualquiera"

Un Día Cualquiera de Darío Fo y Franca Rame se sitúa a finales de los años 80 por lo que la propuesta se ambientará en esta década desde un enfoque naturalista. Utilizaremos tres puntos focales en la escena que estarán en la oscuridad y se iluminarán a medida que interactúen los personajes, crearemos un “ambiente” para cada uno. En la parte central estará Julia cuyos elementos esenciales serán una cámara y un radio; a su izquierda estará la voz de la segunda llamada, que tendrá un asiento y un teléfono. Hacia el lado derecho de Julia, izquierdo del espectador, estará la voz de la segunda llamada cuyos elementos serán un asiento, una lámpara de sala alta y un teléfono.

La música jugará un papel importante para darle fuerza a las palabras de Julia en momentos clave de la obra, ya que es el mismo personaje quien decide qué música suena y cuándo. Hará una transición de música moderna, de las baladas pop al rock.

En cuanto a la propuesta del vestuario, Julia llevará un vestido sobrio y elegante que pueda utilizar para tomar el té en Londres, la voz de la primera llamada tendrá un par de pantalones capri de tela con pliegues y una blusa o chemise de color claro y por último la voz de la segunda llamada tendrá un vestido formal y un collar de perlas.

domingo, 1 de noviembre de 2015

De la memoria, vivir y buscarse


Al recordar repasamos situaciones que hemos vivido, volvemos a recorrer lugares por los que hemos transitado e interactuamos con personas con personas que conocemos o conocimos. De esta manera transita la pieza Memoria del silencio de Virginia Aponte, dos hermanas separadas por cuarenta años se reencuentran y en su mutua compañía le dan vida a sus recuerdos encontrándose a sí mismas en ellos. Pero la memoria no es una réplica de la realidad, podría decirse que es la representación de la representación de esta; por ello la porción recordada de la realidad por cada uno será diferente, la memoria es totalmente subjetiva. Esto puede observarse claramente en el fragmento de Dejadme la esperanza, Antígona, en el momento que Creón habla con Antígona y le dice “¿Es que tu no conoces a Polinice?”, el Polinice que él recuerda no es el mismo hermano virtuoso y bueno que recuerda Antígona si no aquel que hace la guerra a su propio hermano.

La obra Los Pájaros Mojados se desenvuelve en la interacción de un caminante y un “ermitaño”, quien parece desarrollarse bajo la idea de que cada quien vive en sí mismo. Un ejemplo de esto es el momento en el que ambos personajes discuten sobre la hora: el ermitaño argumenta que tiene su propio tiempo, mientas que para el caminante es el mismo tiempo para todos, el ermitaño replica “cuando pides la hora a alguien le preguntas sobre su tiempo no sobre el que es para ti”. Esta dualidad puede seguirse en cuanto al tratamiento de la memoria; el caminante se refiere a los recuerdos como lo que lo hacen él y le permiten vivir, mientras que el ermitaño responde “los recuerdos son sueños que nacieron sin alas” pues para él los sueños le constituyen y los que permiten vivir un recuerdo.

En las tres obras hay una búsqueda de pertenencia canalizada en la memoria, el caminante ya no es de ningún sitio pero recuerda quien fue y de donde viene, Antígona se busca a sí misma en el dilema en el que se encuentra quizás de la misma manera en la que las hermanas Lauri y Mechu se buscan en sus historias. ¿Qué somos sin la memoria? Para Virginia Aponte la memoria es el ser por ello habla de esta en cuanto a la realidad de Cuba y Venezuela “Sin memoria no hay país, si queremos salvar al país debemos salvar su memoria”. Sea cual sea el tratamiento que se prefiera, las piezas nos muestran que recordar también es vivir.

Antígona: Esperanza y Fuerza




La tragedia de Antígona, bien lo resalta el coro, es "tranquilizadora" porque ella misma se niega cualquier posibilidad de esperanza al buscar enterrar a su hermano, Polinice, bajo cualquier costo, rechazando las segundas oportunidades que le da Creón.

Antígona, apelando a las características de héroe épico heredadas de Edipo, actúa de manera estóica y soberbia hacia la muerte y hacia los demás. No permite que ni el cuerpo ni la memoria de su hermano sean irrespetados, así como al areté de su familia, aun cuando Creón le explica que Polinice no es quien ella cree que es. Antígona ha definido su papel de resistencia, quedando claro que debe desafiar a Creón, el poder.

En Dejadme La Esperanza, presentada por Teatro Ucab, busca dársele una moraleja moderna a Antígona, Las Brujas de Salem, La Casa de Bernarda Alba y Diálogos de Carmelitas, donde los actores, al final de la obra, buscan recordarnos que la vida no siempre debe ser interpretada como las tragedias, donde el destino y el papel a interpretar son aceptados y los personajes se sumergen en las miserias que les fueron asignadas. Al contrario, en la vida moderna, por más que ocurran imitaciones de estas acciones nobles, no debemos aceptar la muerte, sino mantener la esperanza.

 Se incita al público a ser apasionado ante los escenarios que depara la vida: a defender su honor, como Antígona; a creer en sus principios, como John Proctor; a amar como Adela; y a no renunciar a aquello que nos hace nosotros mismos, como las 16 monjas carmelitas; pero a pensar con calma en el destino y aceptarlo con responsabilidad. y sobre como ciertos eventos de la vida pueden evitarse con tan solo una frase.

Sin embargo, utilizando el enfoque de Simone Weil, podemos afirmar que todos estos personajes están actuando porque la fuerza (la que mata) los mueve a hacerlo. Se convierten en seres objetificados, alienados, que cuando se ven apuntados por un arma o amenazados por la muerte, aceptan su destino y se convierten en cadáveres antes de ser alcanzados. O quizá porque su carácter es tan fuerte que antes de verse convertidos en esclavos (en nada), prefieren morir, ya que "la objetificación es una muerte que se estira a lo largo de toda una vida". 

Ciertamente, en algún punto de las tragedias todos se sienten poseedores de la fuerza y esta los hace violar costumbres preestablecidas dentro del marco de una sociedad civilizada. Luego, por las consecuencias de sus actos, se ven obligados a inclinarse ante ella. 

Memoria del silencio, Antígona y Las Virtudes en Atenas


Aunque situadas en dos escenarios totalmente distintos, Antígona de Jean Anouilh y la pieza Memoria del silencio de Virginia Aponte presentan dilemas alrededor de ciertas características comunes. Hay un tema que gira en torno a la diké, el orden del universo que es dictado en parte por el rey, y la dikaios, el hombre que sigue y respeta ese orden. Antígona se encuentra en una encrucijada, la virtud contra la virtud, siempre supo lo que tenía que hacer y desde el principio de la obra lo advierten: “Piensa que se va a morir, que es joven y que a ella le hubiese gustado también vivir. Pero no hay nada que hacer. Se llama Antígona y deberá desempeñar su papel hasta el fin…”.  Ella sabía que su deber era enterrar a su hermano y rendirle culto, sin importar si se contrariaba la diké dictada por la ley. Allí es donde se plantea la pregunta ¿qué se le debe a un hombre y que se le debe a la polis?

Sófocles creía que la cuestión del honor no se trataba de lo que un hombre le debiera a su rey, sino lo que un hombre le debiera a otro hombre. Antígona supo cuál era su responsabilidad como hermana, pero a su vez evadía su responsabilidad como ciudadana. En el ensayo de Las virtudes en Atenas se establece que todas las virtudes deben ejercerse en la polis y para la polis, si eres un buen ciudadano eres un buen hombre. Ella no fue una buena ciudadana y tuvo que morir por eso. Creón también tuvo que aceptar su responsabilidad como líder y condenarla en honor a la polis.

En la pieza Memoria del silencio Lauri se va de Cuba a Miami siguiendo a su esposo, Robertico un contra revolucionario, mientras Mechu se queda en la Habana donde conoce a su esposo, Lázaro un militante de la revolución. Al irse Lauri se perturba la diké, ella se separa de su polis, pero en relación a Antígona el dilema entre las hermanas cambia pues sus maridos interfieren en la visita de una a la otra. Entonces sería pertinente la pregunta ¿Qué se le debe a un hombre y que se deben a sí mismas? Esto se resuelve cuarenta años después cuando Mechu Visita a Lauri, pues la promesa de ver a su hermana de nuevo es más fuerte que la barrera que se le había impuesto y, adicionalmente, ya han muerto su esposo y Robertico.

A Robertico y  a Lázaro se les presenta un conflicto distinto, para ellos ser un buen hombre es ser un buen ciudadano. Robertico es un hombre que podía considerarse virtuoso, pero contraria la diké al dejar Cuba y sabe que debe regresar para luchar contra la revolución. Después de estar preso se da cuenta de que ha fallado en su deber a la polis pues esta no se rige por el mismo concepto de dikaiosyne que él, esto lo convierte en extranjero: ya no pertenece, no se haya. Paralelamente se encuentra Lázaro, cuya concepción de la dikaiosyne es la misma que la que sigue quienes dirigen la polis, lo que lo lleva a apoyar activamente la revolución. Esta situación le hace sentir satisfecho pues en sus ideales es un hombre virtuoso; sin embargo, su mundo se viene abajo cuando lee una carta de su hija en la que expone el robo de la revolución haciendo que se dé cuenta de que ya no puede ser un ciudadano ejemplar. Para Lázaro todo gira en torno a la defensa de sus ideales, por ello cuando ocurre la anagnórisis resuelve, al igual que Antígona, morir.